Comencemos con esta historia
- Am
- 30 ago 2017
- 2 Min. de lectura
Por algún motivo, todas las decisiones que he tomado en mi ni muy corta ni muy larga existencia, me han llevado a crear este blog y esta web. No podía ser de otra forma, ya que dos de mis cosas favoritas en esta vida (sin contar mi cumpleaños y/o cantar delante de un espejo) son dormir y comer. Esto hace que la(s) hora(s) de la siesta sea(n) para mí un oasis en medio de un desierto llamado rutina.
Sin embargo, más allá de la siesta, como teloneros de un concierto de los Rolling Stones o como unos preliminares avisadores de un muy esperado acto que se intuye realmente placentero, así se erigen entre los nobles actos de "comer" y "dormir", justito en mitad: los telefilms de sobremesa.
Películas que no requieren mucha actividad cerebral por tu parte, menos mal (las digestiones de los fines de semana son pesaditas, especialmente si coméis con mi madre...), pero que no por eso son menos intensas. Películas que te invitan a dormir con ellas velando tu sueño desde la tele y, a veces, esperando a que abras los ojos de nuevo para mostrarte ese desenlace que tú ya preveías solo con haber visto aquellos primeros 10 minutos que te sirvieron de nana.
Películas que han unido y reunido a familias enteras en torno a una televisión, sirviendo el ronquido del miembro con sueño más precoz de carta blanca para seguir esos mismos pasos y abandonarse a LA SIESTA.
La gama de telefilms que podemos encontrar en televisión cualquier fin de semana a partir de las 16:00 es gigante. No puedo decir infinito, porque luego hay muchos (muchísimos) patrones que se repiten, pero es bastante amplio. En este blog comentaremos (aún no sé con qué frecuencia) distintos aspectos de este tipo de cine: reseñas de películas, análisis de argumentos, monografías de actores y actrices... También, a través del chat y de las redes sociales, podremos comentar estas películas en directo, simultáneamente a su emisión los findes. Total, que nos lo vamos a pasar muuuuy bien.
Encended la tele, echaos en el sofá y liberaos de la vergüenza que os da decir que os encanta este tipo de cine. Aceptad que los telefilms que te permiten ser vistos sin tener que darle al interruptor de "por favor, atiende" son pura magia y venid a mí, mis acólitos.
Os mando muchos besicos y... ¡Hasta la próxima!

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